Los efectos curativos del limón han sido afirmados por numerosas investigaciones científicas. Se trata de una fruta purificadora de la sangre por excelencia, un cítrico que posee la propiedad de eliminar sustancias dañinas del organismo, como el ácido úrico, por lo que resulta beneficioso para quienes padecen artritis, gota o reumatismo.
La cura del limón, además de ser depurativa, contribuye al tratamiento de enfermedades como el sarampión, tuberculosis, tifus, sífilis, gripe, asma y bronquitis, entre otros.
Ayuda así mismo en le tratamiento de la obesidad y estreñimiento, la hipertensión, la arterioesclerosis, las enfermedades del sistema nervioso, revitalizante para la anemia, etc., etc.
Se realiza de la siguiente manera:
Se comienza tomando el jugo puro de un limón el primer día, luego dos limones el segundo día y así se va aumentando un limón cada día hasta llegar a diez.
Luego en el onceavo día empieza la cuenta regresiva. Se toma el jugo de 9 limones, luego de 8, y así sucesivamente se va bajando un limón hasta llegar a uno al vigésimo día.
En realidad, lo ideal sería llevar el tratamiento a 15 días, pero eso puede resultar demasiado en una primera instancia, por lo que se sugiere este período de 10 días. Así mismo, podríamos también comenzar, en una primera instancia con un período de 7 días…
Durante el tratamiento podrían aparecer algunos síntomas como: urticaria, mareos, cansancio, dolor de cabeza, dolores musculares o de las articulaciones, aliento fuerte, deseo permanente de orinar, entre otros. Esto no quiere decir que el limón esté haciendo mal, sino qu está purificando la sangre y eliminando las sustancias malsanas. Estos síntomas son pasajeros y varían en intensidad dependiendo del grado de intoxicación del organismo, por lo que no debe alarmarse o suspender el tratamiento.
Para proteger el esmalte de los dientes de los ácidos del limón, es importante succionar el jugo con una pajilla o popote.
Durante el tiempo que dura esta cura, también se recomienda tomar alimentos de fácil digestión, como verduras al vapor, ensaladas con aceite de oliva y limón, frutas, caldos, sopas, avena y arroz.
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El limón es alcalino, no tiene azúcar, es de sabor ácido, pero una vez lo tomamos, la química del cuerpo lo hace alcalinizante. Su potencial de alcalinizar la sangre humana ocurre inmediatamente después de su ingestión. Apenas ingresa en el estómago se inicia inmediatamente la alcalinización de los fluidos corporales mediante los citratos (sales alcalinas) de calcio, magnesio, hierro y otros.
Así pues, esta fruta tan barata y común, tiene el poder de cambiar radicalmente nuestra vida física, emocional, mental y espiritual. ¿Cómo? Alcalinizando y mineralizando rápidamente nuestro organismo.
El ácido cítrico del limón (5 a 7% en el jugo fresco), una vez ingresado en nuestro organismo se convierte en sus correspondientes citratos de sodio, calcio, magnesio y hierro que causan la alcalinización rápida del medio humoral neutralizando y taponando estados patológicos ácidos.
Asimismo, estas sales ligeramente alcalinas, son consideradas excelentes substancias para combatir el aumento de la viscosidad de la sangre, además de ser importantes agentes desintoxicantes y coadyuvantes en la prevención de accidentes cardiovasculares.
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